Nació en Córdoba en 1965 y creció en el centro de la virreinal ciudad. Su paso por la Escuela de Niños Cantores Domingo Zipoli le dio la primera noción de “armonía”. A la vez, su padre y su abuelo materno le trasmitieron el interés por el hecho artesanal y el proceso creativo.
Buscando su rumbo, viajó por el país y tiempo después se afincó en las sierras de Córdoba por 15 años. Allí abandonó su Licenciatura en Ciencias Biológicas y comenzó su vida de artesano. Esa búsqueda lo trajo en el año 2003 a San Martín de los Andes junto a su familia.
Autodidacta en la platería tradicional, incursionó en diversas técnicas y estilos buscando lograr objetos que reflejen su admiración por la creación. Aprovechando la maleabilidad de la plata y el cobre “estira” el material hacia formas libres produciendo jarrones y recipientes.Y en la búsqueda de una vía más directa y expresiva para su obra, sintetiza el diseño y así encuentra estética, soltura y amabilidad.
Empieza su trabajo con una idea pero sin bocetos y durante la hechura de la pieza va descubriendo el diseño final. El resultado es una colección de objetos más cercanos a lo escultórico que a lo utilitario, agregando arte a lo artesanal y descubriendo nuevas posibilidades para la renombrada platería argentina.
Hacia el final de los ‘70 el húngaro Iván Morics Karl, discípulo de Axel Amuchástegui, llegó a San Martín de los Andes después de una estadía en Buenos Aires. Se instaló en una cabaña inmersa a orillas de lago Lolog. Desde ese alejado y solitario rincón pinta flora y fauna de la zona a través de un hiperrealismo que él dota de atmósferas particulares y convierte a sus aves, animales o plantas en objetos de admiración.
Iván estuvo vinculado a la Tryon Gallery de Londres, expuso en Johannesburgo, Sudáfrica, y en la actualidad sigue en el lejano extremo del lago Lolog, lugar que eligió para vivir y pintar.